La crisis y algunas recetas para hacer bien las cosas

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Tengo la sensación de que están ocurriendo dos cosas: La primera: hemos aprendido a «convivir» con la crisis y, la segunda, estamos a la «espera» de que esta pase. Ambas me preocupan. La crisis económica que ha golpeado a todas las economías a nivel mundial durante 2008-2009 continúa. El desempleo y la falta de actividad económica no sólo se mantienen, sino que siguen en aumento. Mientras tanto, los gobiernos parecen querer apoyarse en el factor expectativas (en este caso la fe y la esperanza) para darle un empujón al consumo y alentar la demanda interna. Eso es algo que esta ocurriendo en España, país en el que paradójicamente, la situación es más dramática. En la última revisión de previsiones del FMI para 2010, España sigue siendo la única economía cuya salida de la recesión no se vislumbra para este año (-0,6% es el PIB estimado para este año).

De ahí que las recetas o el sentido común al que apelaba Finn E. Kydland, premio Nobel de Economía 2004, durante una conferencia organizada por la Fundación Rafael Del Pino el pasado miércoles, resultan especialmente relevantes. Kydland para empezar reconoce que «existen incentivos para que los gobiernos se porten inconsistentemente en el tiempo». Y eso es algo que hay que replantearse.

Las políticas de corto plazo, aquellas diseñadas para «salvar» situaciones coyunturales son una prueba de esta inconsistencia. La falta de visión y de políticas creíbles no sólo elevan los niveles de incertidumbre (lo que afecta al factor expectativas) sino que resultan, a la larga, pasando factura a las economías. Y como bien dice Kydlan, «ya hay suficiente incertidumbre en el mundo y no hace falta que los gobiernos generen más».

Y aquí quería llegar. En el caso español, no queda claro ni se percibe ningún tipo de política económica orientada a mejorar las condiciones económicas a largo plazo. Los proyectos de gasto siguen generando dudas respecto a su viabilidad y retorno. La única medida concreta, visible y que sentiremos todos es la subida de impuestos (IVA) que empezará a regir a partir de julio. De lo demás nadie sabe/nadie responde.

¿Qué hacer? las recomendaciones de Kydlan toman en ese sentido especial relevancia. No las ha hecho para España obviamente y tampoco se trata de recetas mágicas, son medidas de sentido común que sirven para todos y que por lo menos dan una idea (de esas que son escasas) respecto al camino que se tiene que seguir. Sí, incluyen a la tecnología como un factor importante en la actividad económica. «La actividad innovadora, el cambio tecnológico impulsará el crecimiento de la producción«, dice Kydlan para luego agregar que es importante que los gobiernos escuchen a los especialistas económicos; que se aseguren de que la iniciativa privada sea fuerte y tome cuerpo; que los recursos se destinan a los agentes económicos que los puedan aprovechar de manera más productiva… Y todo eso se logra -afirma-, habitualmente, sin la intervención de los gobiernos.

Las empresas y los emprendedores tienen la suficiente fuerza económica: «Si los gobiernos dejan que las empresas continúen innovando; si aseguran las condiciones de crédito e infraestructuras para que ese proceso de innovación se mantenga, entonces la economía se recuperará y será más fuerte a largo plazo», concluye. Ahí es hacia donde debe mirar el gobierno español si quiere rectificar y dar señales de que va en la dirección correcta.

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